sábado, 21 de noviembre de 2009

Competencia de mercado



PERFIL DEL AUTOR:



Mi nombre es Raquel de oro rodríguez, nací el 19 de diciembre de 1991, en santa marta magdalena, desde siempre he sido una niña la cual me caracterizo por mi carisma y el entusiasmo con el que siempre hago las cosas.
Mi familia está conformada por mis padres Juan y Delia, y mis once hermanos. Vivo en algarrobo, magdalena en un hogar humilde pero lleno de amor, valores y mucho respeto.
Actualmente tengo 16 años, estudio en el institución educativa departamental algarrobo y curso decimo grado, en mis ratos libres me dedico a leer, escribir y a escuchar música, me gusta salir con mis amigas y divertirme.

Competencia de mercado
La “competencia” entre productores cabrá cuando ya no existan necesidades que saciar, sino solamente gustos y caprichos. Esa posibilidad se alcanza más pronto de lo que se piensa, más rápido de lo que se cree y más fácilmente de lo que se sueña. Pero el primer logro y el principal es que el benefactor no es más el rehén de esa competencia.
El desempleo no puede existir, por lo que no habrá “competencia” entre desempleados, terminándose así con otra manera de usurpación del poder adquisitivo, que no fue nunca otra cosa que la apropiación de beneficios sin devolución ni generación de riqueza.
Para el ciclo económico el concepto de mercado es muy diferente que para la llamada “economía de mercado”. No posee el sentido religioso de un ente supra social. Y es muy fácil explicar por qué: el ciclo demuestra que no existe la “ley” de la oferta y la demanda, base teológica de la “existencia” de ese ser todopoderoso.
Para el ciclo económico el mercado (en sentido general) es un sinónimo de comercio o de comercialización. Entonces, el “mercado” queda definido a priori como la porción de la sociedad, integrante de un Estado nacional, que en un momento cualquiera está intercambiando mercancías y servicios. El mercado no posee características propias distintas a la de la sociedad que lo conforma; sólo es (o podría ser) una parte de ella. Esa fracción de la sociedad no tiene límites definidos, porque ella misma y sus integrantes varían continuamente. El mercado sólo puede ser tomado en un sentido general, puesto que esa condición de intercambio que lo define, siempre se está realizando.
Para esta economía lo que se llama “demanda” no es más que las necesidades, gustos o caprichos que tiene el benefactor y que aún no se han satisfecho. En tanto que la “oferta” son los diferentes bienes que el productor ha puesto en venta. Generalmente están directamente relacionados con las necesidades actuales del benefactor. La significación de ambas palabras, demanda y oferta, sólo tiene sentido si el benefactor tiene un poder adquisitivo tal que haga que estas realmente existan.
Mientras haya actividad económica habrá “oferta”, habrá “demanda”, y habrá “mercado”. Pero estos no serán libres mientras el hombre no sea libre, mientras no se libere de la necesidad, mientras no sea digno... Mientras no sea hombre. En definitiva, la aplicación de este sistema asegura la existencia de un mercado libre, pero en un nivel de desarrollo mayor, mucho más alto del que dicen haber alcanzado los neoliberales. Porque no solo permite la libertad del oferente sino la verdadera libertad del demandante al darle a este la única herramienta que le permite alcanzarla: la seguridad absoluta de que ya no tendrá necesidades pues contará con un nivel adecuado de ingresos, avalado por un poder adquisitivo certificado.

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