miércoles, 8 de septiembre de 2010

VENTAJAS DEL SISTEMA DE MERCADO

ENSAYO POR CARLOS CASTRO



¿Qué es un sistema de mercado?
En primer lugar, necesitamos trazar una distinción entre sistema de mercado y mercado. Si bien no todas las sociedades adoptan o contienen un sistema de mercado, todas las sociedades existentes hacen uso de los mercados. Paseando por una calle ya fuera en la China maoísta o en la Unión Soviética, cualquier distraído visitante habría visto mercados de bienes de consumo y de servicios como los de peluquería o de reparación de bicicletas. Y es que, efectivamente, dondequiera que la gente paga de modo usual a otra gente para que haga algo —sea cantar una canción o cavar para extraer carbón— esos intercambios constituyen mercados.

Y sin embargo, pese a lo común de esos intercambios en la China maoísta o en la Unión Soviética, de ninguna de esas sociedades podía decirse que fuesen sistemas de mercado, puesto que un sistema de mercado existe solamente cuando los mercados proliferan y se interrelacionan unos con otros de una forma muy particular. El sistema de mercado organiza y coordina las actividades humanas no a través de la planificación estatal sino mediante las interacciones mutuas de los compradores y vendedores.

Las dimensiones del sistema de mercado
El sistema de mercado es, al igual que el Estado, un método para controlar y coordinar el comportamiento de la gente … Cuando un centenar de trabajadores aparecen en la puerta de una fábrica cada mañana a las 8 de modo enteramente previsible, su aparición no está ordenada por el Estado. Si están allí es porque la promesa de unos pagos monetarios los controla y coordina.

¿Puede ser cierto que el desorden aparente de las actividades de compraventa sea realmente capaz de lograr algo tan profundo y complicado como el control y la coordinación de toda una sociedad? Cualquiera puede percatarse de que el Estado consigue cierta coordinación de una sociedad a escala nacional, pero es mucho más difícil ver como el sistema de mercado hace lo mismo, como en efecto lo hace, tanto a nivel nacional como a escala internacional.

La coordinación de la sociedad

Un sistema de coordinación ha de cumplir dos funciones: la primera consiste en limitar los daños y perjuicios que, en su ausencia, los individuos de infligirían entre sí. Ello requiere reprimir la violencia, el robo y las interferencias de quien sea en los movimientos de los demás. La segunda finalidad es más ambiciosa y consiste en organizar el toma y daca de la asistencia mutua. Sucede que casi todo el mundo ayuda a alguien a la vez que todo el mundo recibe ayuda de otros, si bien no necesariamente de la misma gente a quien haya prestado ayuda. Si se quiere puede llamarse a esta segunda función cooperación más que coordinación … Cuando no se dispone de la suficiente cantidad de algo deseado, la coordinación se hace difícil y mucho más necesaria.

La coordinación del sistema de mercado

El sistema de mercado es un coordinador a gran escala que utiliza el mecanismo de los ajustes mutuos. Está especialmente adaptado para encarar las dificultades que presenta la escasez a los procesos de coordinación … Para que el sistema de mercado haya llegado a ser el gigantesco coordinador que hoy es, la esclavitud tuvo que dejar paso al trabajo asalariado, las estáticas relaciones feudales que ligaban al trabajador a la tierra tuvieron que ser reemplazadas por transacciones en los mercados de trabajo y de tierra, y en las ciudades tuvo que acabarse con el control social por parte de los gremios para permitir la libre compraventa.

La afirmación de que el sistema de mercado articula la cooperación social seguro que se les hará difícil a aquellos que siempre han identificado el mercado con la competición entre quienes en él participan, incluyendo aquella del tipo más brutal. Y, ciertamente, los sistemas de mercado incluyen muchos escenarios donde reina la competencia, pero cada participante en el sistema de mercado se relaciona cooperativamente con millones de individuos en tanto que compite relativamente con sólo unos pocos.

El armazón subyacente

El sistema de mercado no es un lugar o una cosa, ni siquiera un conjunto de cosas. Es un conjunto de actividades de un tipo distinto. Un sistema de mercado necesita de ciertos usos y reglas, de forma que, si son respetados, existirá un sistema de mercado. Esas normas constituyen el armazón subyacente o esqueleto del sistema de mercado … Empecemos, pues, desde el principio, construyendo este armazón una pieza tras de otra y en su debido orden.

1. El derecho y la costumbre garantizan a quienes participan en el sistema de mercado un amplio control (si bien no en igual medida para todos) respecto a cómo disponer de su propio tiempo y de sus fuerzas y capacidades —en otras palabras, garantizan su libertad legal— en la persecución de las aspiraciones o pretensiones de cualquier tipo que cada uno tenga … Sin ella, como les sucedía a los campesinos bajo el peso de las obligaciones feudales, el sistema de mercado es imposible.

2. Al amplio derecho de control sobre el propio tiempo y capacidad, se añade un conjunto paralelo de amplios derechos sobre el control de las cosas que se estiman útiles. Se los conoce usualmente como derechos sobre la propiedad, es decir, las leyes y costumbres que establecen y aseguran la distribución de los derechos a utilizar los bienes (incluyendo entre ellos la tierra), ofrecérselos a otros o negárselos, que las gentes encuentran útiles en sus intentos de realizar sus aspiraciones … Junto con la libertad, es lo que permite poner en marcha el sistema de ajustes mutuos de los comportamientos en la medida que las gentes usan de su libertad y de sus posesiones para perseguir la realización de sus aspiraciones.

3. Quid pro quo, el toma y daca, es la tercera norma o costumbre necesaria para un sistema de mercado … Esta regla hace patente de modo inmediato las posibilidades de cooperación, de una cooperación pacífica. Mediante ella no se puede ni amenazar ni robar ni pedir al Estado que use de sus poderes para llevar u obligar a otro a la cooperación.

Estos tres conjuntos de reglas o costumbres permiten que se desenvuelva un amplio proceso de ajustes mutuos en los comportamientos en el que cada participante explora las innumerables posibilidades de beneficio que tienen tanto él como los demás; por consiguiente, innumerables oportunidades para la cooperación y la reducción del conflicto … Sin embargo, ateniéndose a lo que estipulan nuestras tres reglas, uno se ve limitado al trueque que requiere que se produzca una doble coincidencia … El primer paso hacia una solución de las dificultades que plantea la doble coincidencia a la coordinación es una cuarta regla o costumbre.

4. Hay algunos objetos de valor que tienen la característica de que a todo el mundo le complace el tenerlos. Ya se trate de conchas marinas, oro o certificados en papel, son dinero. Con el dinero, las coincidencias necesarias para un intercambio pasan de ser dos a una, pues la segunda coincidencia deja de ser necesaria. Aunque todavía se tenga que encontrar a alguien que pueda ofrecer lo que uno quiere, ahora ya no se tiene que encontrar a alguien que quiera precisamente el servicio o la cosa concreta que uno puede ofrecer en un intercambio, puesto que en éste ya no se ofrece un objeto o servicio determinado sino unidades de un objeto universalmente deseado.

5. Con el uso del dinero se produce un desplazamiento de las actividades de los participantes desde las dedicadas o centradas en el hogar o la economía doméstica hacia aquellas dirigidas a la producción de objetos y servicios para la venta. El desplazamiento hacia la producción para la venta elimina ahora la necesidad de que ocurra la primera coincidencia, aquella que exige que cada persona encuentre a otros que tengan exactamente lo que él o ella está dispuesto a comprar. Y, ¿puede encontrar fácilmente a esos otros? Pues sí, ya que, dirigidas como ahora lo están las actividades personales hacia la venta, la sociedad está llena de gente motivada a anticipar y satisfacer los deseos de cualquiera ofreciendo la diversidad de cosas y servicios que ese cualquiera esté dispuesto a comprar. El sistema de mercado no es un gigantesco rastro permanente; y, realmente, si se mira bien, no es adecuado caracterizarlo como un sistema de intercambios. Las relaciones de mercado determinan qué es lo que ha de hacerse y luego intercambiarse.

6. La búsqueda de oportunidades de venta da origen a los intermediarios. Los vendedores encuentran oportunidades de vender objetos y servicios no sólo a la gente que los quiere directamente sino también a otros que se dedican a vender.

7. Algunos participantes llegan a especializarse en papeles de intermediación, especialmente en la creación de nuevas ligaduras de intermediación y en la organización de combinaciones de trabajo, tierra y capital ya con fines de realizar una actividad de intermediación, ya para producir bienes y servicios finales. Dicho en forma menos precisa y más coloquial, algunos participantes crean empresas y por ello son llamados empresarios. No es la gente corriente sino los empresarios quienes participan más frecuentemente en los sistemas de mercado. Convierten en su profesión las actividades que movilizan y transforman el trabajo y otros inputs en los bienes y servicios que son demandados.

8. Muchos empresarios operan a una escala tal que llega a transformar su rol. Así ocurre cuando crean unas colectividades que puedan hacer lo que los empresarios individuales no pueden. La forma de hacerlo es aumentar su poder de compra creando corporaciones que piden préstamos y ofrecen a cambio un interés o unos dividendos.

La gran empresa

Los empresarios y las grandes empresas que se constituyen como sociedades anónimas son, de modo característico, los decisores inmediatos o, como los denominaré, los decisores próximos o directos respecto a asuntos como los del tipo y nivel de cooperación que va a realizarse y a través de qué medios … De igual forma que las empresas son los participantes que más frecuentan el sistema de mercado también son, exceptuando algunos gobiernos, los más grandes … Si se consideran las cien organizaciones más grandes del mundo, sólo la mitad son estados, la otra mitad son grandes empresas societarias.

Las grandes empresas no sólo controlan de una manera inmediata el flujo de los bienes y servicios que una sociedad quiere sino también grandes acumulaciones de los factores que permiten producirlos: tierras, capitales y fuerza de trabajo. Leyes y costumbres permiten a las compañías adquirir ingentes fondos con los que comprar o alquilar estos recursos. Ya sea mediante préstamos de los bancos, la emisión de bonos y acciones u otros tipos de crédito, las grandes compañías por acciones controlan enormes agregados de capital a los que no podrían acceder directamente usando sólo sus riquezas e ingresos.

El ámbito máximo del sistema de mercado

Los críticos del sistema de mercado a menudo afirman que éste posibilita a quienes en él participan perseguir solamente fines individuales, no proyectos colectivos … Para algunos proyectos colectivos siempre habrá quienes se opongan o no quieran pagar, por lo que tales tareas requieren que los poderes del Estado impongan la cooperación necesaria. Pero no todos los proyectos colectivos exigen compulsión, por lo que el mercado no estará limitado sólo al logro de los objetivos de tipo individualista. Las sociedades persiguen muchos objetivos colectivos tales como el crecimiento económico o tasas más altas de alfabetización usando del sistema de mercado.

En años recientes, el objetivo de una superior cualificación de las competencias ocupacionales de los trabajadores ha sido declarado objetivo nacional urgente para cualquier país que quiera competir internacionalmente. Sin embargo, a menudo se hace más para conseguir una mayor cualificación recurriendo al mercado, específicamente vía la formación en el trabajo, que mediante programas estatales. Algunos de los logros colectivos más importantes de las sociedades occidentales han sido conseguidos de esta forma como, por ejemplo, unos niveles de vida más elevados. Y quizás, incluso la libertad, un indudable gran objetivo de tipo colectivo, sea más un resultado inesperado de los intercambios mercantiles que fruto de su persecución deliberada.


Elección del ámbito del sistema de mercado

La mayoría comprendemos bien que el Estado, la familia, la empresa y los variadísimos arreglos de la sociedad civil son necesarios. Pese a ello, en algunas sociedades —y destacadamente en los Estados Unidos— se escucha que el mejor Estado es el que gobierna menos. Es una proposición con el siguiente corolario: que el sistema de mercado funciona mejor cuando su ámbito de coordinación es mayor. Pues bien, un sistema de mercado que abarcara su máximo dominio posible sería considerado inhumano por la mayoría de la gente. Y un Estado mínimo no sólo dejaría que la basura se acumulase en las calles sino que tendría que tolerar la difusión de epidemias mortales. El determinar los dominios respectivos del mercado, el Estado, la familia, las empresas y la sociedad es una seria tarea en cada sociedad, tarea de la que no se puede dar cuenta meramente conjurando dogmas como los anteriores de uso demasiado común.

Quid pro quo

En este capítulo destacaré la que pudiera ser considerada como característica empírica central del mercado, aquella con la que se ha de contar en toda evaluación que del sistema de mercado pretenda hacerse. Se trata de la regla operativa de todo sistema de mercado y que, ya sea por la costumbre o la ley, establece que uno obtiene de su participación en él según lo que haya aportado: un quid por cada quo, un toma por cada daca.

La regla es eficiente, se proclama, porque si uno sólo puede llevarse un equivalente de lo que aporta, se esforzará por hacer una aportación todavía mayor. Razonable como suena, esta línea de defensa si bien se mira, exige demasiado. Así se tiene que en absoluto alienta —puesto que no los recompensa— muchos tipos de contribuciones o aportaciones. Paga sólo aquellas que son de mercado, no lo que los padres aportan para la crianza de los hijos, ni tampoco recompensa el preclaro liderazgo político, por mencionar sólo dos entre muchos ejemplos posibles. Como sistema de incentivos es, pues, un sistema incompleto, limitado. Distorsiona los incentivos premiando algunos tipos de actividades pero no otras, independientemente de lo grande que sea su valor.

Requisitos para un sistema de coordinación eficiente

Por las leyes de la termodinámica, el input y el output son siempre iguales. En ese sentido, todas las transformaciones físicas son, por lo tanto, eficientemente iguales, todas son eficientes al cien por cien. La energía eléctrica que entra en una fábrica sale de ella no sólo bajo la forma de la producción que se deseaba hacer sino también como calor difundido en la atmósfera y como productos de desecho … No es necesariamente ineficiente que se use una tonelada de algún factor o input para producir un kilo de producto. Ello dependerá de qué valores tengan ese kilo y esa tonelada. Las propiedades físicas de los bienes y servicios nada nos dicen acerca de la eficiencia; no hay forma de inferir una elección eficiente a partir de estas propiedades. En suma, ninguna serie de decisiones de elección puede llamarse correcta, adecuada o eficiente excepto si se hace referencia a cómo han sido valoradas.

Supongamos que, ya sea mediante mercados o mediante la decisión de una autoridad central, una sociedad asigna inputs que tienen valor —trabajo, componentes, maquinaria y otros— a la producción de botas de goma. La producción será ineficiente si los trabajadores no trabajan lo suficientemente duro o si no están bien organizados. Pero si la producción puede expandirse vía incentivos o mediante una mejor organización —una mayor cantidad del valioso output se deriva de la misma cantidad de valiosos inputs— se ve que habría una ganancia clara en la eficiencia. Llamaremos a este tipo de eficiencia, eficiencia tecnológica … Pero la sociedad podría estar produciendo el output incorrecto, es decir, productos que no son valorados o que no son muy valorados … La elección eficiente de los outputs e inputs es, para cualquier sociedad, un reto grande y difícil … Llamaremos a este tipo de eficiencia, eficiencia asignativa.


La eficiencia del sistema de mercado

¿Cómo se establecen los precios de eficiencia en el mundo real? Hablando estrictamente, los precios reales sólo se acercan de modo aproximado a los de eficiencia. Esa aproximación se produce mediante procesos de intercambio en mercados en los que, como ocurría en el juego del capítulo anterior, los participantes pueden entrar continuamente en intercambios mutuamente favorables … No quisiera sobrevalorar o exagerar una declaración tan amplia como la de que los precios de eficiencia hacen eficientes a los sistemas de mercado. En los sistemas de mercado reales, los precios a menudo están distorsionados por la presencia de monopolios y por la fijación de precios que hace el Estado.

Es posible caer en la tentación de creer que, pese a todo, las decisiones asignativas eficientes tienen menos importancia que el que los empresarios produzcan más y más capital físico que incorpore los avances que se dan en las fronteras de la tecnología. En esa línea, podría argumentarse que la imagen que se ofrece de la eficiencia del mercado conseguida gracias a las decisiones eficientes y los precios de eficiencia es demasiado estática, que le falta en suma el color y la vida de los procesos dinámicos. Pues bien, nada que discutir al respecto. La acumulación de capital, la innovación tecnológica y el dinámico empresario emprendedor que las acomete ocupan una gran parte de la explicación de los logros del sistema de mercado, mostrándose su contribución en las tasas de crecimiento de una economía.

Ineficiencias

Quizás la más notable de las ineficiencias del mercado sea que, si bien la eficiencia exige que se tengan en cuenta todos los beneficios y costes independientemente de sobre quién recaigan, quiénes participan en un mercado sólo tienen en cuenta los costes y beneficios que recaen sobre ellos mismos. Obviamente, la mayor parte de los participantes individuales consideran también los costes y beneficios que recaen sobre los miembros de sus familias; pero, en general, los participantes en un mercado, ya sean individuos o empresas, tienden de modo característico a ponderar los beneficios y costes de modo estrecho, persiguiendo lo que se conoce convencionalmente como el propio interés o beneficio.

Si, como consecuencia de la localización de un aeropuerto en un determinado lugar los vecindarios que lo rodean se convierten en inhabitables por el ruido insoportable que genera, difícilmente podría considerarse eficiente la decisión de situarlo allí. Son las externalidades como ésta una ineficiencia tan obvia que uno se pregunta cómo es que todavía se niega su importancia en algunos círculos.


Demasiado poco, demasiado tarde

Los sistemas de mercado requieren de dos conjuntos de decisiones. Un conjunto consiste en aquellas que se plasman en transacciones en los mercados. El otro se compone de aquellas decisiones o determinaciones "previas" que afectan a la distribución entre los individuos de los activos y capacidades que luego son ofertados en las transacciones de mercado. Esta determinación previa de lo que cada individuo tiene proviene de la costumbre, del derecho y de multitud de accidentes históricos; y es en gran medida de aceptación obligada. Ambos conjuntos de decisiones operan en el presente, la diferencia entre ellos no hay que buscarla en el contraste entre el presente y el pasado.

Las transacciones de mercado no pueden empezar a realizarse mientras no se hayan hecho estas determinaciones previas. No se pueden hacer transacciones en el mercado partiendo de la nada, puesto que hasta que de algún modo se haya decidido, ya sea apelando a la costumbre ya a las leyes sobre la propiedad, que ciertos activos son de alguien, este alguien no puede ofrecerlos en el mercado para llevar a cabo un intercambio. Y, por lo mismo, tampoco nadie puede ofrecer su trabajo hasta que, de alguna manera, se haya decidido, bien recurriendo a la costumbre bien a las leyes sobre las libertades, qué opciones tiene abiertas si quiere proceder de este modo.

Personalidad y cultura en el sistema de mercado

Al menos desde Platón, una procesión de filósofos y teóricos en la que participarían Marx, Maine, Spencer y Durkheim hicieron una distinción semejante a la de Ferdinand Tönnies entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschaft (sociedad). De modo aproximado se puede decir que con esos términos se diferencian dos formas de asociación humana cooperativas y pacíficas. La primera se construye vía las relaciones multilaterales del parentesco, los valores compartidos y el afecto. La otra resulta en gran medida de relaciones unilaterales y del deliberado esfuerzo de organizaciones formales por alcanzar la coordinación. La primera adopta la forma de una comunidad en donde la vida comunitaria sería en sí misma el objetivo a realizar. La segunda, de organizaciones formales como el Estado, la burocracia y la sociedad anónima, que se caracterizan porque todas ellas tienen unos objetivos diferentes de la vida de la comunidad o de la organización por sí misma. Pues bien, todos los autores mencionados opinan que en los últimos trescientos años, en las sociedades de Europa Occidental y en Norteamérica —y en menos años en las de otras partes del mundo—, se ha asistido a un movimiento desde la primera hacia la segunda de estas dos formas de asociación humana.

Si bien esa transformación, que ha coincidido con la extensión del ámbito del sistema de mercado, ha alterado casi con total certeza la personalidad y cultura humanas, no se puede inferir de esa coincidencia la responsabilidad del sistema de mercado ya que esa transformación también ha coincidido con la industrialización y la innovación tecnológica, así como con fenómenos como la urbanización y la burocratización. Por otro lado, también ha coincidido, aunque usualmente con cierto retraso temporal, con el auge del sistema político democrático.

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La persuasión de las masas

Vayamos a algunos hechos elementales acerca de la comunicación de la elite del mercado con la masa. Para empezar, hay que tener en cuenta que aunque las familias y las amistades establezcan modos de comunicación multilateral, la forma dominante de comunicación que conecta a las grandes masas de población en los sistemas de mercado, en realidad, es unilateral en sumo grado. Es un número reducido de empresarios o sus agentes el que lanza mensajes a un vasto número de personas. Este modelo de interacción comenzó con el desarrollo de la alfabetización ya que está claro que hasta que la gente no supo leer no hubo voz que pudiera alcanzar a millones de personas. Con la radiodifusión y la televisión, el tamaño de las audiencias y la frecuencia con la que recibían mensajes unilaterales dio otro salto adelante, dando paso a un nuevo mundo cuyo flujo de comunicación unilateral puede calificarse, sin exagerar, de torrencial.

A todos se nos ha enseñado que los medios de comunicación son un método de trasmitir información, que la comunicación es edificante en sentido moral, pero en la realidad de los hechos, la comunicación frecuentemente no intenta otra cosa que distraer, y es por ello que en las comedias nos reímos en vez de tomar notas. Pero ya sea el propósito de la comunicación el entretenimiento o la información, ambos objetivos están subordinados al de alcanzar el control.

¿Es el sistema de mercado necesario para la democracia?

Al igual que lo hacen mediante el sistema político democrático, las masas controlan a las elites a través del sistema de mercado. Ambos mecanismos constituyen las dos opciones con que pueden contar millones de personas para ejercer un control sobre esa minoría relativa —empresarios, funcionarios del Estado y miembros del gobierno— que de forma activa toma las decisiones más inmediatas. Está claro que ambos mecanismos están entrelazados hasta el punto de que está ampliamente extendida la opinión de que un Estado no puede ser democrático si no está ligado a un sistema de mercado.

Hasta ahora, en la historia, no ha habido estados democráticos que no estuviesen unidos a sistemas de mercado. El mundo nunca ha visto un sistema de planificación central de corte democrático. En tanto que es común tropezar con sistemas de mercado que no son democráticos, por ejemplo, Indonesia o Arabia Saudí; no se ha visto sin embargo ninguna democracia sin sistema de mercado. Y tan sólida es esta conexión histórica que algunos analistas predicen que Rusia no podrá alcanzar la democracia debido a que ha puesto las reformas democratizadoras por delante de la reformas del mercado, de modo que todavía carece de un sistema de mercado que pueda ser el sostén de la democracia. En cuanto a los cambios en China, estos mismos analistas consideran que están haciéndose por el camino adecuado en la medida en que en ese país se ha puesto al mercado en primer lugar, de modo que más pronto que tarde, China tendrá un sistema de mercado apropiado para ser la base de una democracia, siempre que entonces sus dirigentes la permitan, claro está.


¿Hay una alternativa al sistema de mercado?

Como procedimiento general para articular la coordinación social, el tosco mecanismo que he llamado planificación física —aquella que no usa ni precios ni dinero— está completamente al margen de toda consideración como alternativa seria al sistema de mercado. En ningún sitio del mundo parece existir el menor interés por un sistema no monetario de determinación centralizada de la producción junto con la asignación de los bienes y servicios así producidos por parte del Estado, sin que ni los individuos ni las familias tengan nada que decidir.

De modo que, independientemente de cómo sean controladas o planificadas las actividades productivas, no parece haber un procedimiento general para distribuir lo producido que no sea permitir que cada persona o familia compre lo que desee con una suma de dinero que representa la parte del producto total producido cooperativamente que le corresponde a esa persona o familia. Este método evita tanto a los consumidores como a los administradores el cúmulo de irritación, arbitrariedad e ineficiencia que entraña el recurso a los cupones de racionamiento. Por supuesto que algunos bienes y servicios requieren un trato especial, y así, por ejemplo, ciertos tipos de asistencia médica se suministran gratuitamente. Pero, en todo caso, la superioridad de la elección de los consumidores en los mercados como regla general se reconoce hoy por todas partes.


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