miércoles, 8 de septiembre de 2010

EMPLEO EN COLOMBIA



ENSAYO

SERGIO JIMENEZ

1. Uno de los mayores problemas que tiene el crecimiento de países como Colombia es el aumento de la población, los bajos márgenes de ahorro e inversión y el no poder afrontar la oferta de mano de obra con la insuficiente demanda de la misma.

2. Con la población que existía en el año 2000, unos 760.000 colombianos se agregan cada año a la fuerza laboral y unos 580.000 ingresan a la población en edad de trabajar.

3. La relación entre la fuerza laboral y la población total confirma el problema del crecimiento demográfico.

4.En Colombia existe incapacidad del aparato productivo para generar empleo, como consecuencia de esto, se incrementan los problemas sociales.

5.El proceso de inflación de las últimas décadas alteró el valor real de los salarios, lo anterior ha venido mejorando a raíz de mantener la inflación de un solo dígito en los últimos años.

6.El numeral anterior ha traído como consecuencia que un mayor número de personas en la familia se dediquen a trabajar, tratando de mantener el mismo nivel de vida con base en el ingreso familiar.

7.Por lo tanto, en Colombia se ha manifestado un constante incremento en la tasa global de participación (TGP) definida como la relación porcentual entre el número de personas y las que conforman la fuerza de trabajo.

8.El desempleo, el subempleo y la carencia de inversión conjugados con factores políticos pueden llevar al país a los ciclos de pobreza.

9.Como solución, es necesario realizar políticas de control al crecimiento demográfico, de apertura a los mercados internacionales, de incremento a la inversión extranjera, que puedan significar que en los primeros años del siglo XXI se reduzca en algo la pobreza en Colombia que actualmente afecta al 30% de su población.

el crecimiento de la producción total de la economía que causaría el incremento del poder de compra del salario mínimo mejoraría la distribución del ingreso, tanto en los porcentajes del ingreso nacional pagados a los trabajadores y al capital (40 y 60%, respectivamente), como en una menor disparidad relativa entre el salario mínimo valorizado y los salarios máximos pagados en la economía.

2.) Pero como el producto nacional será mayor cuando se haya aumentado el poder de compra del salario mínimo, y se haya tenido que aumentar la producción en respuesta al aumento de la demanda, los dueños del capital tendrán mayores ganancias en términos absolutos (en pesos), y en términos de tasa de retorno real sobre el capital invertido. En efecto, el capital de la economía podrá y tendrá que crecer para enfrentar el aumento de la demanda agregada, y a esto se suma el aumento de la rentabilidad del capital, por las economías de escala del mayor nivel de producción de una economía que funciona cerca del pleno empleo.

3.) El bajo nivel de producción actual de la economía va acompañado de lucro cesante del capital, que corresponde al capital realmente comprometido en las empresas pero subutilizado, más el del capital adicional que se podría invertir si hubiera una situación de pleno empleo de la mano de obra. De lo anterior se deduce que es crucial, para que la política de pleno empleo funcione, que la reinversión de utilidades y la repatriación de capitales fugados, sean suficientes y oportunos para financiar el equipamiento adicional que requieren progresivamente las plantas ampliadas de personal de las industrias.

4.) Sería muy provechoso para la democratización de la economía y para el consumidor, aprovechar el crecimiento del mercado interno para fomentar que hubiera más firmas en cada sector específico de la economía, de manera que la mayor competencia sirviera de control del mercado en términos de calidad, servicio y precio. De esta forma se reduciría la necesidad de controles legales u oficiales que se prestan para manejos corruptos y tráfico de influencias.

5.) Algo similar ocurre con la clase trabajadora. Aumenta la masa de salarios pagados en toda la economía por un doble motivo: crece el número total de trabajadores de todos los rangos de calificación, por el aumento del empleo formal, y aumenta el poder de compra de los trabajadores rasos que devengaban menos de 2 salarios mínimos, en el supuesto ejemplo de que la meta de reducir el desempleo a una tasa pre-especificada se lograra al cabo de haber multiplicado por 2, en el transcurso de unos años, el poder de compra del salario mínimo legal. Los salarios que antes del proceso estaban por encima de 2 salarios mínimos no tienen porqué haber desmerecido en poder de compra. El salario mínimo asociado al alto desempleo actual en el sector formal de la economía genera lo que se podría denominar salarios cesantes: es decir, la diferencia entre la masa de salarios que correspondería al objetivo de pleno empleo (desempleo temporal del 3%) con un salario mínimo de suficiente poder de compra, y la masa de salarios que se pagan en la situación de desempleo actual de la economía.

6). La suma de los salarios cesantes y del lucro cesante del capital representa el costo de oportunidad de que la economía no se encuentre en equilibrio estable de pleno empleo, por pagar salarios mínimos irrisorios que mantienen artificialmente deprimida la demanda agregada. Se podría pues definir un “salario mínimo de pleno empleo”, o salario mínimo económico. El actual salario mínimo legal tiene costos macroeconómicos (y sociales) que lo hacen definitivamente no sostenible, como no es sostenible un modelo de producción industrial contaminante. El salario mínimo legal debería proteger al mercado laboral de pactar remuneraciones laborales que estén por debajo del salario mínimo económico, que contaminan el clima de una sana economía, la cual implica pleno empleo y una remuneración suficiente para los trabajadores y el capital.

7.) El crecimiento del producto nacional también aumenta los ingresos del Estado, que podrá reducir la tasa promedio de tributación, mejorar la equidad tributaria estructuralmente sin que disminuya el recaudo, reforzar la política de pleno empleo y reducir muchos renglones de la carga asistencial del Estado, que serán mucho menos necesarios con la mejora generalizada del nivel de ingresos. Por el contrario, en el sector de la educación, debe incrementarse la inversión pública eficiente en capital humano, que incrementa la productividad de la fuerza laboral a todos los niveles de calificación de la mano de obra.

8.) Las empresas pueden también contribuir a la productividad de sus trabajadores con entrenamiento, capacitación, dotación de mejores herramientas e instrumentos de trabajo, y con la utilización de sistemas de organización de la producción en los que haya mayor participación de los trabajadores de planta (ver Artículo III).

9.) El salario mínimo, que casi no ha aumentado su poder adquisitivo en los últimos 35 años y ha estrangulado la demanda agregada, es la causa del alto desempleo. El equilibrio de la economía exige que no haya a largo plazo recursos ociosos de capital o de mano de obra, con el consecuente desperdicio. Es tarea primordial del Estado garantizar la igualdad de oportunidades, y esto sólo se logra si hay pleno empleo con salario suficiente y proporcional al grado de calificación laboral del trabajador. Recurrir al mismo mecanismo de fijación del salario mínimo legal, para curar la enfermedad que éste desató, prueba que la equidad y el crecimiento económico se condicionan mutuamente y que la inequidad produce recesión con la que, a la larga, todos pierden.

10) Paradójicamente, mientras más graves sean los estragos del actual salario mínimo, en términos de lo lejos que su poder de compra esté del umbral de pobreza (medido por el costo de una apropiada canasta mínima de subsistencia decorosa), y mientras mas numerosa sea la población que lo devenga o padece, mayor y más rápido será el impacto de reactivación económica que puede producir la política de mejorarlo. La razón estriba en el hecho de que, en esa misma medida, más grande es el monto al que asciende las necesidades básicas insatisfechas de los trabajadores que ganan el mínimo, que se materializarían en demanda efectiva en el momento en que, por el aumento del poder de compra del salario, queden al alcance del bolsillo del trabajador.

Nota: Weitzman (profesor del departamento de Economía de MIT cuando publicó en 1984 el libro “The Share Economy”, cuya concepción del mercado laboral se utiliza en estos artículos) califica de “externalidad macroeconómica del sistema capitalista de remuneración de salarios fijos” a la causa del desempleo alto y persistente con inflación, que en ocasiones se ha presentado en países desarrollados por la reducción coyuntural de la demanda agregada de un sector de la economía. Salarios fijos son aquellos cuyo monto no depende de un índice de la salud económica de que goza cada empresa (como el monto de las ventas). Esto hace que esas economías sean vulnerables a la recesión, porque ante la reducción de la demanda de un sector, las empresas no tienen otro medio de reaccionar que mantener o elevar el precio de sus productos, reducir la producción y despedir trabajadores para reducir los costos laborales, debido a la dificultad práctica de reducir los salarios que en el corto plazo son fijos. La recesión se generaliza, por efecto dominó, en el resto de la economía.

* Ingeniero Civil de la Universidad Nacional (1967), y obtuvo un Master of. Science del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 1972, con una tesis que analiza la regulación económica del transporte aéreo en rutas de bajo tráfico, mediante modelos de optimización matemática (con asesoría no oficial del profesor del departamento de Economía, Robert Solow, premio Nóbel de Economía en 1987).

Ha sido director de la oficina de “Investigación Operacional” de Colseguros, de la de “Planeación y Actuaría” del Banco Central Hipotecario y profesor del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes, durante 14 años, en materias como: “Ingeniería Económica”, “Teoría de la Probabilidad”, “Teoría de la Decisión Bajo Incertidumbre”, “Actuaría” y “Empresa y Sociedad”.

Fue presidente del “MIT Harvard Club de Colombia” en el período 1994/1996.

El líder de Cambio Radical (CR) Germán Vargas Lleras propuso el domingo pasado una cumbre partidaria para analizar el sistema semiparlamentario en Colombia. El mismo fin de semana, Tito Livio Caldas –presidente del Instituto Libertad y Progreso– publicó un artículo en Lecturas de EL TIEMPO paradestacar las ventajas del parlamentarismo. Las propuestas de abandonar el presidencialismo me parecen inoportunas, inconducentes a la solución de nuestros problemas y, además, ligeras.

Importa registrar desde el comienzo su carácter inoportuno, en momentos en que el Congreso enfrenta la crisis más grave que mi generación pueda recordar –con un número significativo de sus miembros bajo investigación judicial–. El sistema de partidos está además en pleno proceso de recomposición, tras una reforma electoral recién aprobada. Existen dudas sobre la permanencia de los nuevos partidos, incluido Cambio Radical. ¿Cómo instaurar sistemas parlamentarios o semiparlamentarios en medio de tales circunstancias? Si las reformas propuestas fuesen directamente relevantes a la solución de los problemas, pues serían válidas. Por el contrario, son inconducentes. Las ventajas del parlamentarismo enumeradas por Tito Livio Caldas suenan muy bien planteadas así, en abstracto. Parecen, sin embargo, los elementos de un modelo idealizado que riñe con la realidad. Como ha señalado Giovani Sartori: “El parlamentarismo puede fracasar tanto y tan fácilmente como el presidencialismo”. Muchas de las razones aducidas por Caldas podrían aplicarse a otros países latinoamericano, mas no a Colombia.

El senador Vargas Lleras nos informa que el presidente Uribe le sugirió estudiar la reforma propuesta. Y añade: “No creo que aún tenga una opinión formada al respecto, como tampoco la tenemos muchos”. No deja de sorprenderme que lo que sería “un cambio tan abrupto en nuestro régimen constitucional” –en palabras del mismo Vargas Lleras– se ventile al público de esa manera. Para más sorpresas, el líder de CR reconoce casi de inmediato que el giro hacia el semiparlamentarismo podría “traer dificultades en un país con tantos problemas como el nuestro. Debilitar la figura del Presidente puede ser contraproducente”. Que aliados estrechos del Gobierno lancen propuestas de tanta envergadura a la topa tolondra, sin “una opinión formada al respecto”, solo sirve para alimentar el desconcierto.

Habría que advertir que no es fácil llegar a una opinión ilustrada sobre el tema, ya que tanto la Presidencia como el Congreso sobresalen entre las instituciones menos estudiadas del país –a pesar del interés académico de unos cuantos–. Desde la publicación en la década de 1970 del libro de Vásquez Carrizosa, El poder presidencial en Colombia, tomó mayor arraigo el lugar común de la supuesta “presidencia imperial”. Ahora, Pedro Medellín nos dice que el problema es la “profunda… erosión del poder presidencial” (El presidente sitiado, Planeta: 2006). Ambos textos son de interés en esta discusión. Pero entre una generalización y otra sigue existiendo un enorme vacío de conocimiento histórico que debe subrayarse: son escasísimas las investigaciones sistemáticas sobre el funcionamiento de la Presidencia y el Congreso. Sobre estas bases se deriva un pobre debate.

No veo cómo los problemas del conflicto armado o de infiltración de mafias criminales en la política vayan a encontrar solución en los parlamentarismos. Estos sistemas tampoco evitan la corrupción o el clientelismo: ¿Alguien recuerda el escándalo Tangentópoli en Italia? En Colombia, además, no hay parálisis legislativa porque el Presidente no cuente con mayorías en el Congreso –otra de las razones aducidas en favor del parlamentarismo–. En fin, se requieren más reformas para fortalecer el sistema representativo. De acuerdo. Pero adoptar el parlamentarismo en estos momentos y sin la debida ilustración parecería, más que una reforma, un acto de desesperación. Otro más en una larga serie de ensayos aventureros que nos mantienen sumidos en un revolcón eterno.

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